El
diccionario de la RAE da la siguiente definición subsidiaria de la palabra foco: “
2. fig. Lugar real o imaginario en que está como reconcentrada alguna cosa con toda su fuerza y eficacia, y desde el
cual se propaga o ejerce influencia”
Pues bien, aquí les presento algunos de estos focos que se ocultan a menudo entre el ajetreo cotidiano o
simplemente se alejan de nuestra conciencia habitual.
I. Primer foco: “Fuera”
Van
los siglos remontando su caída
entre
las piedras oxidadas del cielo,
zarpazos
del presente,
donde
el fuego con sutileza
se
aviva
y los
esqueletos empuñan
las
antorchas del mañana.
Ritmo
de Lunes
El
ritmo del Lunes ya está cansado
a las
once de la mañana,
qué
va a ser de los sueños
o
quiénes seremos nosotros,
hartazgo
de vagas preguntas
que
sin tregua repiten su estribillo;
tan
sólo hace dos días
estabas
desentrañando la línea
donde
aterriza el porvenir,
te
aterraba tanto estar parado
que
tuviste que coger aire
y
llamar a un amigo.
Ese
horizonte te inquietaba
de
tal manera que el regreso
se
convirtió en un cromo viejo y arrugado,
qué
va a ser de los sueños,
cómo
verás los ojos de la noche.
El
ritmo del Lunes se impone
lento,
susurrante, balada
continua
como gris asfalto,
nada
sueñas detrás del mar,
temor
al vacío, no quisieras saber
dónde
se esconde ahora
la
tenue visión de hace unos días
que
entre sueños te incitaba a la lucha.
Llueve,
la noche y la luna
Llueve,
las
líneas de los sueños
desaparecen
como charcos,
en
los rincones más oscuros,
perdidos,
transformados.
Repiquetean
las antorchas
de la
luz sin nombre
junto
a las fieras de la oscuridad,
claraboya
de espejo,
germen
de la tristeza sin historia,
sombra
de plata y alquitrán,
taciturna
y sola te deseo
desde
el primer impulso
de mi
conciencia.
Martes
Cuando
la aurora se deshace
los
hilos del tendedero
exhiben
su voz metálica
para
que los habitantes
recién
llegados al barrio
sepan
lo que significa
una
ausencia total, martes
con
miedo
y
risas de adolescentes
que
van a estudiar el modo
de
hacer que el día finalice.
Los
relojes andan sin prisa
en la
estación del olvido,
como
ese funcionario que camina
apurando
el cigarro
entre
una muchedumbre ahogada.
Atravesando
nubes
nos
pasan por encima
los
aviones, es martes
y la
realidad más que nunca
empieza
a pesar sobre los ojos.
En
el tren la angustia, de nuevo
Algunas
tardes me repliego
con
una angustia insoportable
que
me vence.
Es
esta mierda de tabaco americano
y los
escaparates de la calle
con
sus espejos enemigos,
la
espesa fuerza de la luna
mientras
espero el tren
asfixiado
de belleza.
Tarde
planeada que se muere
como
un desfile de recuerdos con puñales,
hasta
la luz de las farolas
me
arde,
las
arcadas antes de llegar a casa,
el
odio hacia ese novio
de
sonrisa fingida,
la
voz metálica del funcionario
pidiendo
los billetes
y el
asqueroso gruñido del vagón.
Solo
yo
cuento
versos con las dedos,
alguien
me mira como a un loco,
intento
relajarme y escribo,
para
que esta vez no me pueda
el
amargo sabor de la derrota.
Mañana
incendiaria
Se
está quebrando la mañana
con
tus ojos en el trastero,
la
marea sube apresurada,
mengua
nuestra arena de luz.
Arde
sin salida la arena,
la
playa corazón de fuego,
el
sol partido al infinito,
piras
de sangre atribulada.
Se
está quemando la mañana
con
mis manos en tu cintura,
una
vez más el recuerdo
que
me asalta en un callejón
Nos
marchamos de la ciudad
por
carreteras de periódicos
sucios,
escaparates
de
barrios periféricos
y
algún que otro disgusto.
Era
cuando los niños
jugaban
a las máquinas
con
dinero robado
y las
madres furiosas
esperaban
en casa
zapatilla
en mano.
Siempre
había algún padre
borracho
en la escalera
con
los bolsillos vacíos,
las
confesiones del bar
tenían
un precio
que
empezaba a doler
cuando
cerraban.
Y así
era el ritmo diario
de
estos suburbios,
sonrisas
de canicas
y
motos trucadas,
chismes
de barrio,
miradas
antiguas
de
cuando nos mudamos
por
primera vez
a
esta ciudad muerta.
Solo,
cualquier Domingo
Solo,
cualquier Domingo por la tarde,
escucho
nuestra música en el cielo
y
estoy más solo todavía.
Recorro
la casa vacía
como
el explorador de una caverna,
este
antro desconocido por ti.
Tampoco
estoy tan mal, en serio,
no
hay tanta realidad en lo que digo,
nada
se parece a esta música
que
viene remontando las alturas.
Quiero
decirte que aquel día
tus
ojos trascendieron este cielo,
declinaron
en luz eterna.
Pero
ahora el atardecer solitario
penetra
en el remoto arco iris
y
adquiere luz propia en mi corazón aéreo.
Ya
estamos solos mis cosas y yo,
remontando
la luz desierta
con
un paracaídas que lleva tu nombre
Cae
la tarde en la ciudad x
De
repente cae la tarde,
como
esa niña del quinto
que
se lanzó al vacío
esta
mañana.
Las
persianas de las tiendas
empiezan
a cerrar sus ojos
ante
el desfile
de
los innumerables ciudadanos
que
salen de las oficinas,
es la
libertad de mi tiempo,
cansada
y anónima.
Al
llegar a casa
ya es
casi de noche
y
sabes que en algún lugar
alguien
te espera.
Y los
ceniceros se llenan
con
un peso de ceniza
tan
leve
que
hasta parece que uno
empieza
a encontrarle sentido
a
esta existencia absurda.
II. Segundo foco: “en los suburbios”
Cómo
odio el tetra brik
Cómo
odio el tetra brik,
los
cartones apilados
al
final de la calle oscura,
la
tristeza viva
de
ojos que se deshacen
como basura.
Ahora
que estuve hablando
con
el aire,
personas
ya enterradas,
personajes
qué más da,
ahora
me duelen los castillos
que
hacía de pequeño
en la
playa.
Vivimos
un tiempo plastificado
Cómo
cuesta empezar
de
nuevo en la tormenta,
cambiar
de bolsa y de zapatos,
de
nombre y apellidos
para
que nadie te recuerde.
Vivimos
un tiempo plastificado
de
abrumadoras apariencias,
no es
de recibo rasgar en las cosas.
De
verdad que es difícil ser
aquí
donde todos te tienen
definido
por la superficie,
nadie
acepta en su grupo
al
individuo sin historia.
“Vivimos
un tiempo plastificado
de
abrumadoras apariencias,
poco
puede hacer la palabra
de
significados ocultos”
Barrio
del sur
Pendientes
de la bruma
oxidada
que escupen
las
fábricas del norte,
asidos
a las cloacas
de
sabores inmundos,
en
las oscuras escaleras,
ahogados
por la enfermedad
y el
hambre,
extraña
tanta miseria
donde
la vida es algo natural,
quién
maldice a este pueblo
siempre
cerca del foso.
Despojos
de ilusiones
que
los poderosos agotan,
alimento
para los perros
pobres
del sur.
El
Tomás (historia de oídas)
En
huelga de hambre pasa los días,
ole
por Tomás Quebrado y deshauciado
en
cuarentena desde que quedó sin casa.
Los
ancianos encorvados pasean,
pasan
niñas risueñas, padres serios,
jóvenes
con el estómago lleno
y él
no sabe si quiera
por
dónde caminan sus hijos.
El
Jhon murió en Vietnam el pobre
cuando
apenas tenía diecinueve,
esto
de las guerras, si ya lo decía mi madre,
y el
que le pasa los cartones
siempre
lo repite, que no es vida
esta
ciudad donde uno no puede
dormir
tranquilo en los portales.
Que
se lo digan a Tomás
que
el otro día le mearon
mientras
dormía entre mantas,
qué
mal están las cosas,
si es
que hay gente aquí
que
no tiene ni aseo,
ahora
empiezan a cobrar
por
usar el de los bares
¿qué
vendrá luego?
Pero
fuera malestares
que
él ya tiene bastante
en
luchar con los días,
que
si pasara el tiempo
pensando
en ciertos personajes
ya
estaría acabado.
No
hace mucho me ha dicho
que
hay que tener ilusiones,
mira
eso está bien,
va a
aprender a tocar
algún
sencillo instrumento
y
alegrar así
esta
ciudad tan estricta.
"No
creo que alguien pueda ver
algo
malo en esto" me ha dicho.
De
escritores suicidas
De
poetas malditos y otras especies
que
desaparecen sobre la tierra
con un
suicidio que muchos ignoran,
de
santos demoníacos que escupen
sobre
la lucidez del genio libre
su
acelerada carga vital.
De
escritores suicidas, dandies, calaveras,
visionarios
de lo malo en lo cierto,
inteligencias
que se devoran la sangre
porque
no pueden creer en lo que piensan,
porque
ellos creen en lo que nadie ve.
De
sueños enterrados por la luna
y
otras muchas verdades incontables
se
entreteje nuestra vida más real,
la
existencia total tan rechazada.
Es un
círculo que acaba en la muerte.
El
desarraigo nos precipita al vacío,
ya
todo nos ha defraudado
aunque
hay algo que nunca falla,
qué
fácil creer en la muerte ¿alguien la ha visto?
La
indiferencia aprieta el gatillo.
Sabor
triste
A
un poeta de provincias
La
carne tiene un sabor triste
de
pétalos ensangrentados
que
ensucia todas las acciones
a las
que el amor nos lleva.
Carmín
cansado,
pena que
revientas sin más
en
mitad de una clase
cualquiera.
Se
parte el alma
como
un tronco resquebrajado,
poeta
de provincias,
cansado
de andar tanto tiempo
por
la entresala
sucia
y oscura del olvido.
En
tus ojos la señal de la lágrima
barre
como una ola
la
suciedad insoportable del aquí,
escupes
los trozos de muerte,
el
lastre acumulado
de
los años sin aire
que
tanto azotan tu conciencia.
III. Tercer foco: “ Nad ”
Cero,
cero, cero.
Detrás
de sus ojos
un
infinito perturba
el
contador estático
del
presente.
Nad
y la melancolía
En lo
alto de la colina,
entre
el rojizo y árido
terraplén
desfigurado
se
esconden los sueños
del
melancólico Nad.
La
hierba está quemada,
se
dibujan las formas del infierno,
la
tierra emerge como un volcán
desde
el lago cálido y cenagoso.
El
viento hiere los ojos de Nad,
el
calor tiene formas invisibles
y
exageradamente ambiguas,
Nad
recoge su alma para subir a lo alto,
siente
miedo en la tierra
si
sus ojos no la ven desde arriba.
Nad
y el horizonte
A
veces piensa en sí mismo
barriendo
con vergüenza
todo
lo que ha sido en el día.
Una
luz, un sendero
para
escribir sin más excusas
y
soltar el lastre que le ahoga,
caminos
desprovistos
de
accidentes, como la nube
que
roza lenta el horizonte.
A
veces piensa en sí mismo
mientras
mira el cielo raso,
no
imagina
que
detrás de cada estrella
hay
un horizonte secreto.
Nad
y su confusión
La
tarea cotidiana
de
plegar los instintos
y
sacudirse el alma
lo
tiene confundido.
Camina
solitario
por
el ancho mundo que inventa
cada
vez que parpadea,
el
paseo dura vidas
y
obras inseparables,
ahora
está acostado,
sueña
el final de un libro
que
leyó en la infancia,
el
suelo está frío
y las
letras no son
suficientes
para él.
Nad
y la noche
Al
caer la noche
Nad
aprieta los dientes
con
una sensación de hastío.
Está
cansado de morder
siempre
las mismas estrellas,
habla
con la playa, escupe
las
huellas de su tiempo
a la
inmensidad que le rodea.
Pero
las calles se deshacen
en
múltiples abismos
y en
cada foso,
en
cada hueco de su alma
se
alimentan sin descanso
los
acordes de otra vida.
IV. Cuarto foco: “dentro”
Poema
desde un nacimiento de la tarde
Las
cinco menos cuarto,
poco
falta para que el tercer lucky
sea
completamente ceniza,
en la
ventana el sol
desenfunda
la vida que me espera,
ninguna
llamada, sólo un libro firmado
por
un tal Luis.
Ciudades
desde dentro
y
desde fuera, músicos, ejecutivos,
señoritas
que trabajan hasta las ocho
de la
tarde; hace día de playa,
de
cometa infantil, de paseo
suave
y manos entrelazadas.
Me
incorporo, veo los apuntes
y
recorro la casa, sabor de soledad
gratificante
y libre,
pienso
en amigos de los que no sé
ya
nada.
Descorro
la cortina,
son
como una incógnita nueva,
tres
niños juegan en la plaza,
y en
el campanario el reloj
marca
ya casi las cinco.
Así
te pienso
Pienso
en ti, en la forma
con
que seduces almas
desahuciadas,
en tus ojos
oscuros
y fugaces
como
relámpagos de noche
en
una luz deshabitada.
Pienso
en ti, en tu ascensión
inadvertida,
mapa
de
miradas solitarias,
pista
frágil, instantánea,
señal
que dice lo que calla
mi
loca voz introvertida.
Absoluta,
renaciendo
de mi
ego sin memoria,
fija
en un punto central,
aislada,
y a la vez
multiforme,
cambiante,
clavándote
en la entraña
de
toda realidad.
A
la nieve de los cuerpos
Yo no
necesito espejos
ni la
leve caricia del futuro,
luz
proyectada en las sombras,
amor
creciente y sin rumbo,
perdido
entre sueños que nunca llegan.
No
quiero mirar los ojos vacíos
de
quienes todavía me esperan
y
fingir un triunfo inexacto,
voy a
la nieve de los cuerpos,
a las
simples sonrisas
y las
dulces expresiones sin filo.
Mi
soledad y yo
Mi
soledad y yo, dos caminantes
hartos
de mirar al cielo
¿cuánto
hace que no besas
unos
labios redondos?
Tiramos
las colillas
del
presente moribundo
sobre
los ojos de la noche,
nada
nos seduce tanto
como
recordar con puñales
los
versos que nunca escribimos.
¿dónde
dejaste
el
vital impulso
de tu
adolescencia?
Mi
soledad y yo,
dos
navegantes sin miedo
de
perderse en el fondo
de
este mar olvidado.
Parecido
a ti
Lejos
de todo lo que me rodea
a
estas horas de la noche
hay
algo parecido a un encuentro
entre
tú y yo, entre nosotros,
un
juego alegre y delicado
que
sostiene el llanto oscuro
de
esta fiera que me ahoga.
Lejos
de todo lo que me rodea
hay
unas manos iguales a las tuyas
que
entrelazan sus dedos con los míos,
un
río de posibilidades y sueños
desembocando
en tu mirada ausente.
Humilde
paseo de amor
rodeando
tu cintura
ante
la mirada fresca
de
los inmensos árboles,
la
belleza de lo oscuro
es
inabarcable,
beso
tu pelo intacto
de
pura noche triste
y
aunque sé que todo es mentira
no
puedo dejar de creer
en
algo parecido a ti.
Sois
una ausencia
Quererte
ahora es una ausencia
de
pájaros que se caen
de un
cielo insuficiente,
ya no
representas la sombra
que
con delicia devoraba
los
rincones temblorosos de mi alma,
heridas
que el tiempo
va
cerrando en la distancia,
amores
de un ciclo
con
baldosas en el aire,
vosotros
sois simplemente
la
sangre que pudo crecer un día,
ceniza
de miradas abiertas,
una
ausencia tan real
que
todavía no me explico
como
es que no nos conocemos.
Pequeña
advertencia
Fumémonos
beso
a beso
despacio,
como
los enamorados
que
no somos.
Prohibido
hablar del humo
y de
las cenizas
que
nunca volverán a arder.
Cuando
no estés
Cuando
no estés
y
pueda decir en el espejo
lo
que jamás oíste...
ya no
será este paseo, tu cintura,
ni el
arbusto que conserva las miradas,
fresco
rumor en las alturas,
tardes
en calma.
No
vivirá la huerta, el verde,
la
flor de los naranjos,
ni
siquiera cuando nos abrazamos
a
aquel niño travieso
No se
abrirá la tierra
ni
lloverá en Enero,
todo
será tan raro:
los
labios que rocen tus labios,
los
rostros que miren tus ojos,
las
manos que peinen tu pelo.
Las
palabras muertas
rebotarán
en el espejo
como
trozos de lo que no te amo,
trozos
de lo que no te expreso
ahora
que estás.
Una
vez más la tristeza
Con
mi tristeza he ido borrando
todas
las superficies de la risa,
las
palabras sin sangre
y los
gestos vacíos,
la
absurda imitación diaria,
el
beso de amor en la cara del odio,
la
música monótona
de
las voces sin alma.
Las
lágrimas ardientes
han
rasgado a fondo
hasta
encontrar el cadáver
en
todo lo viviente,
la
certeza fatal
de
saber que es mentira
todo
cuanto se dice,
la
carne trémula y fría
que
dejan los besos a medias,
esas
despedidas que cortan
el
tiempo entre dos túneles.
Las
canciones de amor
que
tiranizan el amor,
las
cajas de colores,
los
pendientes de luz
y el
rimel con sabor a chicle,
las
promesas de un pozo
mientras
te tomas la pastilla,
el
recuerdo confuso
de la
primera vez.
Los
héroes de sus hijas
ya
están violando a tu chica,
el
cocodrilo llora
sangre
pura y caliente,
es la
tristeza sin remedio.
Partes
de una misma cosa
Como
si estuviéramos cosidos
por
varios pensamientos similares,
como
si lejos y cerca
fueran
partes de una misma cosa,
extraviados,
acaso
encontrarnos sea una señal,
un
símbolo que nos aleje otra vez
con
multitud de besos en el aire,
dentro
y fuera,
partes
de una misma cosa
uniendo
pedazos interiores.
Y
no es un vacío
Yo no
sé si la noche
está
cambiando de lugar
o si
simplemente nos odia.
No es
cuando salimos desnudos
a
plena luz de luna
con
las manos repletas de flores
y los
ojos brillantes
en el
centro exacto de nuestra vida,
no es
eso.
Tampoco
es porque nos duela
esta
ausencia tan coloreada
de
besos que se pierden.
Será
que todo lo que nos une
nos
separa, y no es un vacío,
forma
hueca, espacio en el aire,
sino
algo tan hondo y sentido
que
me da la impresión
de
que ahora te pareces más
a la
mujer que siempre
anduve
buscando.
Lo
más parecido al amor
Siempre
me quedé a las puertas del beso
con
la tristeza de la despedida
acariciándome
los ojos,
noche
fría del mes de Noviembre,
todo
tan profundo y limpio, soy yo
que
siento en exceso lo que sucede,
las
marcas sin palabras de la realidad
me
dejan asustado mirando el asfalto,
y es
una sensibilidad tan pura
que
hasta el beso o el abrazo
la
pueden quebrar, transparente nube,
frágil
hilo de mi existencia.
Siempre
me quedé a las puertas del beso
con
la angustia de las percepciones
clavando
alfileres en mi corazón,
no me
dejéis solo con la melancolía,
reclamo
al menos la posibilidad
de
ese cariño que no sé mostraros,
el
deseo del abrazo que nunca daré;
observo,
y de un vistazo comprendo la sangre,
no
conozco nada más parecido al amor.
Tengo
un dolor inmenso
Tengo
un dolor inmenso,
redondo
como una pelota,
por
haberme metido
hasta
mancharme de sangre
en
otras nubes cotidianas.
Salto,
grito, ruedo por los pasillos
de
las casas abandonadas,
mecedoras
de esparto y un aljibe
ya
sin agua, todo negro en el fondo,
como
si fuera el alma
de
este cielo raso y herido.
Tengo
un dolor inmenso
de
soñar con los ojos del revés,
soy
un pecho desierto
teñido
de espanto y arena
por
la indefinida luz del crepúsculo.
Navegando
Añoro
todo aquello que no he sido,
como
un sueño dorado
que
muere.
Sólo
busco melodías,
nada
concreto,
nubes
que acariciar sin resultado.
Cómo
añoro
lo
que me queda todavía,
cuaderno
de bitácora,
¿cuántas
lunas
esconde
el horizonte?
No
puedo ser
Incertidumbre
por
pensarlo todo anticipadamente
y
agitar las cosas hasta destruirlas,
esta
idea de salir afuera
ya me
tiene sintiendo
lo
que no voy a sentir si salgo.
Largo
tiempo me esperaron,
pasaban
ante mí,
extraños,
en
los ojos llevaban un nombre
curiosamente
familiar.
Nada
fui,
sentía
el fuego antes de tocarlo,
imaginaba
hogueras
y las
dibujaba con palabras,
ardía
por dentro
como
un crematorio nazi.
No
puedo ser realmente,
observo
con tristeza
los
besos que me corresponden,
soy
lúcido y divago
y me
gustaría hablar con alguien
en
algún punto exacto de mi vida.
Confesión
x
Te
confieso que he sido
un
perro, y a veces araña
tejiendo
la red oportuna
para
atraparte.
Te
confieso que no quería
saber
nada de ti,
tan
sólo estar contigo,
conversar,
fumar, mirarte de cerca
parecía
simple.
Pero
el futuro afilaba las preguntas
y te
las ponía en la lengua
cortando
la belleza del instante,
maldito
enjambre de excrementos,
imagen
de amor, superficie
que
corta las alas del poeta.
No sé
qué me pasa
pero
te quiero. Será la ciudad
y
esta tarde que muere
como
si fuera un cenicero
de
melancolía.
V. Quinto foco: “otros lugares”
Crónica
permanente
Este
aislamiento progresivo
que
me impone la lluvia desde fuera
no
tiene nada que ver contigo,
quiero
decir, con ella, la que no existe
o
todavía no se ha presentado,
por
la que escribo, inmortal pretexto, ja.
Obedece
a causas que ningún tema
de
cualquier carrera universitaria
ha
logrado recoger todavía,
a
saber, la predisposición variable
del
solitario resentido,
la
mutación interna de estudiantes
en
lobos sin razón
o tal
vez una respuesta compulsiva
a la
constante represión de los instintos.
A
esta comunidad
le
crecen los colmillos para dentro
y
hasta que la vida no decae
nadie
empieza a plantearse su suerte,
por
desgracia me incluyo, pero por momentos
puedo
rescatar mi sangre de este yugo,
clavar
las uñas en la calle,
me
aíslo,
nadie
me comprende,
estoy
tan solo que escribo.
Postal
del pasajero número cero
Ruido
monótono en el interior,
bola
naranja entre picos y nubes,
postes
de luz, un avión que aterriza,
estás
cansado de abarcar las cosas
como
torpes imágenes que pasan.
Visión
(escribes), rayo de esperanza,
piensas
en acariciar la nube
que
te tiene cabreado
desde
que llegaste a este lugar
nuevo.
Lloras,
pero
lo que sueñas
te
duele mucho todavía.
Melancolía
Melancolía,
tú me llevas
alimentando
veleidades
por
este páramo de ausencias,
amor,
sosiego descarnado,
vaga
tristeza sin sentido.
Tu
propia música delata
la
intensidad de los efectos
que
tras mis sueños ocultas,
araña
inadvertida, bruma
del
corazón, melancolía.
Orden
secreto
El
pasado,
recorrido
de horas confusas,
imágenes
y signos ignorados,
realidades
dudosas
que
son en mí definitivas.
La
ubicación exacta de las cosas
antes
de que pasaran por mi vida,
vertidos
de la luz sin nombre,
besos
de la imaginación,
orden
secreto de lo no vivido.
Mirando
el mar una noche después del arte
La
reminiscencia oscura
del
cabello almidonado
frente
a la estatua firme
del
David castrado.
Dicen
que la piedra caliente
se
corre de gusto en las noches
que
la luna llena aparece,
y en
lo profundo del mar se oye
como
un rumor de caracola,
un
orgasmo que viene
desde
el horizonte,
incontrolable,
extraña palidez
de un
paisaje revuelto.
Extasiado,
sobre la arena,
nada
se parece a esto,
a
esta quietud que siento
al
contemplar la espuma.
Hambre de sueños
Idea,
sentimiento, acción,
cada
cual por su lado, piezas desperdigadas
entre
puzzles que no se corresponden,
sed
de continuidad, de reflejos exactos.
Trampas
de la razón, telarañas de sangre
cuelgan
de un techo azul,
como
caricias y besos atrasados,
hambre
de sueños, de traspasar el espacio
que
mantiene las palabras en vilo.
Ni
ángel ni demonio
Tanto
para ser feliz
acaba
siendo insuficiente,
rosa
de invierno, espejo
frío
como la nieve
en el
que se refleja
la
nada, aquello que más temen
los
reflexivos.
Viento
del sur, amor
que
hieres los sistemas
del
hombre solo y en calma,
bagatela
ineludible, arde
a
través del hielo rojo
el
metal más duro,
aquel
estático, inflexible
ante
los ojos de lo superior.
Nunca
más ángel ni demonio,
la
suerte echada como dados
que
no se ven caer,
será
ceniza,
hasta
parece insuficiente
el
tablero que había diseñado.
Ya
loco
se
debate en el último fuego
¿quién
puso las reglas? ¿dónde está
el
creador de este juego? nada,
aquello
que más teme le delata
pero
esta vez ya no puede salvarse.
La
realidad sin destino
Transcurre
el tiempo
tras
la fogosa sucesión de imágenes sin destino,
la
soledad se colma lentamente,
navego
hacia dentro y esta libertad es infinita,
soy
un preso ahogado en el aire,
pasajero
estático de los días,
un
suicida loco jugando con su revolver
un
suicida indeciso
un
suicida asustado ya por la muerte
un
suicida que se debate y nunca aprieta el gatillo
un
suicida amnésico esforzándose por recordar
un
suicida borracho incapaz de creer en su dedo índice
un
suicida preso de sí mismo,
encarcelado
en todo lo que puede ser,
esa
verdad que pasó mirándome a los ojos,
aquella
realidad supuesta,
el
continuo fallo de la existencia,
todos
los personajes hechos a mi medida sólo para mí
y que
yo dejé perder tan solos,
todo
lo que no dije,
los
sueños no soñados,
las
luces que no apagué para dormir,
eso
que siempre llevaré conmigo,
una
verdad que no comparto atada a mi carne,
algo
incomprensible que ni siquiera puedo expresar.
Inviernolvido
Ya no
hay luz en las quimeras
circunstanciales
del olvido,
la
figura de la muerte
surge
en el recuerdo dormido
con
la urgencia tenebrosa
del
viento de Noviembre.
Ya no
hay rima en las cenizas,
en el
duro hielo del recuerdo,
ni
siquiera expresión posible
o
imagen que trascienda un poco,
el
olvido es un placer
que
se regocija solo
dentro
de su tumba ignorada.
Naufragio
Reconcentrada
busca su guarida
entre
una multitud de machos hambrientos,
los
dos ojos entornados sabiamente
y una
sonrisa distanciada
apenas
dejan ver las apariencias,
es
ella quien renombra toda sensación
con
el dedo trémulo en la llaga,
estirpes
sagradas de la luz remota,
aires
difíciles de pupilas sin descanso,
dragones
ciegos y cansados,
sangre
en la voz de las gaviotas,
alas
sucias repicando en el agua
junto
a naves olvidadas por el cielo,
el
mar es una ciénaga horrorosa
amenazando
esta visión infinita,
recortes
de un miedo erótico,
vienen
a llevarse nuestras almas,
avanza
el lodo por la comisura de tus labios,
un
extraño barro en la yema de mis dedos,
lentamente
todo se cubre de pedazos,
arañazos
de gatos, perros que ladran boca arriba,
trozos
de un iris legendario
contra
el bajel que es una herida difusa,
en
las velas voces vagamente conocidas
y un
sol que también comienza a desaparecer,
todo
hecho carne a golpes de temor
con
un ansia universal de olvido,
nimias
pinceladas curten nuestras pieles,
imposible
imaginar que entonces
la sangre
será tierra perdida,
isla,
orilla, algo desterrado por la fuerza
que
nace sólo para perecer.
El
túnel
“en
todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario; el mío,
el
túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi
vida.”
Ernesto
Sábato
Se
deshilacha el iris palpitante
en mi
memoria azul.
Como
el recuerdo de olas encrespadas
en un
mar de tierra,
en el
abismo arenoso
de
este desierto insostenible,
se
deshilacha.
Su
tela gotea lentamente
en
los surcos de asteroides
que
quieren ser estrellas
y
actúan y besan y gimen,
pero
no colman mi sopor
sino
que rotan y rotan
incapaces
de adivinar
lo
oculto en mi recuerdo,
la
chispa inicial que sobrevivió
a
aquel definitivo incendio
y
aguarda en el olvido
la
reavivación de su energía.
Poética
Nombrar
hacer
crujir la esencia
de
cuanto somos
quitar
los palos del sombrajo
Gatos
lamiendo
los restos
del
instante que pasa
Ojos
dilatados
tratan
de albergar
universos
que mueren
Hay
que reubicarse
- los
días tienen garras de fuego
ser
como
luz impermeable
un
verso
el
diamante
Quién
pudiera recrear el escenario
Imágenes
de sueños,
pedazos
de mi ser,
ocultos
deseos que disparan
a una
luz obsesiva.
La
memoria es un desorden de pistas,
quién
pudiera recrear el escenario.
Llevo
un tercio de mi vida buceando,
a
veces emerjo de los días
con
un grito vuelto hacia dentro
y los
dos ojos manchados de sangre.
Entonces
echo mano del recuerdo
y
olvido mis manías,
vuelvo
a la dura carga de las horas
que
sólo saben de deber.
Se
transforman los mapas del viajero
No es
el sentimiento lo que perdura
sino
más bien algo vago
que
embellece todo lo que toca.
Pierde
conexión la sustancia de los sueños,
el
viento esparce las cenizas
y
confunde las hogueras.
Se
transforman los mapas del viajero.
Paradojas
de la vida
El
mar no termina
donde
señala el horizonte,
tenemos
los ojos cansados,
arrastramos
como
un
olvido permanente
de
todo lo que nos aleja.
Nadie
ve todo lo que expresa
y sin
embargo lo dicen,
porque
los límites de la palabra
son
más manejables que
las
profundidades de algunos pozos.
No
termina de creerse uno
lo
que le sucede cada día,
el
simple hecho de estar vivo,
como
si las maravillas de la tierra
no
acabaran aquí.
Digo
la luz
Estragos
de sol porque canto
y
estoy vivo como las aves
que vuelan,
que se acurrucan
y
sueñan a mi lado, conmigo.
Nido
vacío de la especie,
como
el hilo de tu nombre frágil
al
que basta una voz de niño
para
que huya, corra o se quiebre.
Daño
claro en el campo desierto,
cinco
sílabas salen de tierra
hacia
el barco en la mar rabiosa,
el
sol reivindica su noche.
Forma
atrapada que todo lo rompes,
huyendo
hacia la luz, más lejos,
como
el nombre que designa mi sangre
en
este nido de buitres.
El
crujir de la vida
junto
a la tenue luz
de
una lamparilla apagada,
los
duros golpes de cartón,
el
veneno ligero
que
apenas percibimos ahora.
Allá
en la mesa inquieta
crepita
la fisonomía
de
los años nerviosos,
nada
se olvida en la madera
que
carcome los ojos
de
una juventud inconsciente.
La
soledad gotea,
penetra
en el piso y nadie la ve,
es
este instante que ahora vivo
lentamente,
ignorando
el
alcance de estas líneas
también
perecederas.
Amanecer
en el viaje
Reflejo
en la distancia,
luces
sobre el cuarzo
atravesando
el estado normal
de
las cosas.
Aviso
a todos los viajeros:
imprescindibles
gafas
oscuras.
Rayos
del primer sol del día,
signos
de ausencia,
horizonte.
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