jueves, 4 de abril de 2013

FOCOS DE CIUDAD











            El diccionario de la RAE da la siguiente definición subsidiaria de la palabra foco: “ 2. fig. Lugar real o imaginario en que está como reconcentrada alguna cosa con toda su fuerza y eficacia, y desde el cual se propaga o ejerce influencia”

Pues bien, aquí les presento algunos de estos focos que se ocultan a menudo entre el ajetreo cotidiano o simplemente se alejan de nuestra conciencia habitual.








I. Primer foco: “Fuera”




Van los siglos remontando su caída

entre las piedras oxidadas del cielo,

zarpazos del presente,

donde el fuego con sutileza

se aviva

y los esqueletos empuñan

las antorchas del mañana.






Ritmo de Lunes

El ritmo del Lunes ya está cansado
a las once de la mañana,
qué va a ser de los sueños
o quiénes seremos nosotros,
hartazgo de vagas preguntas
que sin tregua repiten su estribillo;
tan sólo hace dos días
estabas desentrañando la línea
donde aterriza el porvenir,
te aterraba tanto estar parado
que tuviste que coger aire
y llamar a un amigo.

Ese horizonte te inquietaba
de tal manera que el regreso
se convirtió en un cromo viejo y arrugado,
qué va a ser de los sueños,
cómo verás los ojos de la noche.

El ritmo del Lunes se impone
lento, susurrante, balada
continua como gris asfalto,
nada sueñas detrás del mar,
temor al vacío, no quisieras saber
dónde se esconde ahora
la tenue visión de hace unos días
que entre sueños te incitaba a la lucha.




Llueve, la noche y la luna

Llueve,
las líneas de los sueños
desaparecen como charcos,
en los rincones más oscuros,
perdidos, transformados.

Repiquetean las antorchas
de la luz sin nombre
junto a las fieras de la oscuridad,
claraboya de espejo,
germen de la tristeza sin historia,
sombra de plata y alquitrán,
taciturna y sola te deseo
desde el primer impulso
de mi conciencia.




Martes

Cuando la aurora se deshace
los hilos del tendedero
exhiben su voz metálica
para que los habitantes
recién llegados al barrio
sepan lo que significa
una ausencia total, martes
con miedo
y risas de adolescentes
que van a estudiar el modo
de hacer que el día finalice.

Los relojes andan sin prisa
en la estación del olvido,
como ese funcionario que camina
apurando el cigarro
entre una muchedumbre ahogada.

Atravesando nubes
nos pasan por encima
los aviones, es martes
y la realidad más que nunca
empieza a pesar sobre los ojos.




En el tren la angustia, de nuevo

Algunas tardes me repliego
con una angustia insoportable
que me vence.

Es esta mierda de tabaco americano
y los escaparates de la calle
con sus espejos enemigos,
la espesa fuerza de la luna
mientras espero el tren
asfixiado de belleza.

Tarde planeada que se muere
como un desfile de recuerdos con puñales,
hasta la luz de las farolas
me arde,
las arcadas antes de llegar a casa,
el odio hacia ese novio
de sonrisa fingida,
la voz metálica del funcionario
pidiendo los billetes
y el asqueroso gruñido del vagón.

Solo yo
cuento versos con las dedos,
alguien me mira como a un loco,
intento relajarme y escribo,
para que esta vez no me pueda
el amargo sabor de la derrota.




Mañana incendiaria

Se está quebrando la mañana
con tus ojos en el trastero,
la marea sube apresurada,
mengua nuestra arena de luz.

Arde sin salida la arena,
la playa corazón de fuego,
el sol partido al infinito,
piras de sangre atribulada.

Se está quemando la mañana
con mis manos en tu cintura,
una vez más el recuerdo
que me asalta en un callejón




Huida de la ciudad (fotografía)

Nos marchamos de la ciudad
por carreteras de periódicos
sucios, escaparates
de barrios periféricos
y algún que otro disgusto.

Era cuando los niños
jugaban a las máquinas
con dinero robado
y las madres furiosas
esperaban en casa
zapatilla en mano.

Siempre había algún padre
borracho en la escalera
con los bolsillos vacíos,
las confesiones del bar
tenían un precio
que empezaba a doler
cuando cerraban.

Y así era el ritmo diario
de estos suburbios,
sonrisas de canicas
y motos trucadas,
chismes de barrio,
miradas antiguas
de cuando nos mudamos
por primera vez
a esta ciudad muerta.




Solo, cualquier Domingo

Solo, cualquier Domingo por la tarde,
escucho nuestra música en el cielo
y estoy más solo todavía.

Recorro la casa vacía
como el explorador de una caverna,
este antro desconocido por ti.

Tampoco estoy tan mal, en serio,
no hay tanta realidad en lo que digo,
nada se parece a esta música
que viene remontando las alturas.

Quiero decirte que aquel día
tus ojos trascendieron este cielo,
declinaron en luz eterna.

Pero ahora el atardecer solitario
penetra en el remoto arco iris
y adquiere luz propia en mi corazón aéreo.

Ya estamos solos mis cosas y yo,
remontando la luz desierta
con un paracaídas que lleva tu nombre




Cae la tarde en la ciudad x

De repente cae la tarde,
como esa niña del quinto
que se lanzó al vacío
esta mañana.

Las persianas de las tiendas
empiezan a cerrar sus ojos
ante el desfile
de los innumerables ciudadanos
que salen de las oficinas,
es la libertad de mi tiempo,
cansada y anónima.

Al llegar a casa
ya es casi de noche
y sabes que en algún lugar
alguien te espera.

Y los ceniceros se llenan
con un peso de ceniza
tan leve
que hasta parece que uno
empieza a encontrarle sentido
a esta existencia absurda.





II. Segundo foco: “en los suburbios”





Cómo odio el tetra brik

Cómo odio el tetra brik,
los cartones apilados
al final de la calle oscura,
la tristeza viva
de ojos que se deshacen
como basura.

Ahora que estuve hablando
con el aire,
personas ya enterradas,
personajes qué más da,
ahora me duelen los castillos
que hacía de pequeño
en la playa.




Vivimos un tiempo plastificado

Cómo cuesta empezar
de nuevo en la tormenta,
cambiar de bolsa y de zapatos,
de nombre y apellidos
para que nadie te recuerde.

Vivimos un tiempo plastificado
de abrumadoras apariencias,
no es de recibo rasgar en las cosas.

De verdad que es difícil ser
aquí donde todos te tienen
definido por la superficie,
nadie acepta en su grupo
al individuo sin historia.

“Vivimos un tiempo plastificado
de abrumadoras apariencias,
poco puede hacer la palabra
de significados ocultos”




Barrio del sur

Pendientes de la bruma
oxidada que escupen
las fábricas del norte,
asidos a las cloacas
de sabores inmundos,
en las oscuras escaleras,
ahogados por la enfermedad
y el hambre,
extraña tanta miseria
donde la vida es algo natural,
quién maldice a este pueblo
siempre cerca del foso.

Despojos de ilusiones
que los poderosos agotan,
alimento para los perros
pobres del sur.




El Tomás (historia de oídas)

En huelga de hambre pasa los días,
ole por Tomás Quebrado y deshauciado
en cuarentena desde que quedó sin casa.

Los ancianos encorvados pasean,
pasan niñas risueñas, padres serios,
jóvenes con el estómago lleno
y él no sabe si quiera
por dónde caminan sus hijos.

El Jhon murió en Vietnam el pobre
cuando apenas tenía diecinueve,
esto de las guerras, si ya lo decía mi madre,
y el que le pasa los cartones
siempre lo repite, que no es vida
esta ciudad donde uno no puede
dormir tranquilo en los portales.

Que se lo digan a Tomás
que el otro día le mearon
mientras dormía entre mantas,
qué mal están las cosas,
si es que hay gente aquí
que no tiene ni aseo,
ahora empiezan a cobrar
por usar el de los bares
¿qué vendrá luego?

Pero fuera malestares
que él ya tiene bastante
en luchar con los días,
que si pasara el tiempo
pensando en ciertos personajes
ya estaría acabado.

No hace mucho me ha dicho
que hay que tener ilusiones,
mira eso está bien,
va a aprender a tocar
algún sencillo instrumento
y alegrar así
esta ciudad tan estricta.

"No creo que alguien pueda ver
algo malo en esto" me ha dicho.




De escritores suicidas

De poetas malditos y otras especies
que desaparecen sobre la tierra
con un suicidio que muchos ignoran,
de santos demoníacos que escupen
sobre la lucidez del genio libre
su acelerada carga vital.

De escritores suicidas, dandies, calaveras,
visionarios de lo malo en lo cierto,
inteligencias que se devoran la sangre
porque no pueden creer en lo que piensan,
porque ellos creen en lo que nadie ve.

De sueños enterrados por la luna
y otras muchas verdades incontables
se entreteje nuestra vida más real,
la existencia total tan rechazada.

Es un círculo que acaba en la muerte.
El desarraigo nos precipita al vacío,
ya todo nos ha defraudado
aunque hay algo que nunca falla,
qué fácil creer en la muerte ¿alguien la ha visto?
La indiferencia aprieta el gatillo.




Sabor triste

A un poeta de provincias


La carne tiene un sabor triste
de pétalos ensangrentados
que ensucia todas las acciones
a las que el amor nos lleva.

Carmín cansado,
pena que revientas sin más
en mitad de una clase
cualquiera.

Se parte el alma
como un tronco resquebrajado,
poeta de provincias,
cansado de andar tanto tiempo
por la entresala
sucia y oscura del olvido.

En tus ojos la señal de la lágrima
barre como una ola
la suciedad insoportable del aquí,
escupes los trozos de muerte,
el lastre acumulado
de los años sin aire
que tanto azotan tu conciencia.







III. Tercer foco: “ Nad ”



Cero, cero, cero.

Detrás de sus ojos

un infinito perturba

el contador estático

del presente.










Nad y la melancolía

En lo alto de la colina,
entre el rojizo y árido
terraplén desfigurado
se esconden los sueños
del melancólico Nad.

La hierba está quemada,
se dibujan las formas del infierno,
la tierra emerge como un volcán
desde el lago cálido y cenagoso.

El viento hiere los ojos de Nad,
el calor tiene formas invisibles
y exageradamente ambiguas,
Nad recoge su alma para subir a lo alto,
siente miedo en la tierra
si sus ojos no la ven desde arriba.




Nad y el horizonte

A veces piensa en sí mismo
barriendo con vergüenza
todo lo que ha sido en el día.

Una luz, un sendero
para escribir sin más excusas
y soltar el lastre que le ahoga,
caminos desprovistos
de accidentes, como la nube
que roza lenta el horizonte.

A veces piensa en sí mismo
mientras mira el cielo raso,
no imagina
que detrás de cada estrella
hay un horizonte secreto.




Nad y su confusión

La tarea cotidiana
de plegar los instintos
y sacudirse el alma
lo tiene confundido.

Camina solitario
por el ancho mundo que inventa
cada vez que parpadea,
el paseo dura vidas
y obras inseparables,
ahora está acostado,
sueña el final de un libro
que leyó en la infancia,
el suelo está frío
y las letras no son
suficientes para él.




Nad y la noche

Al caer la noche
Nad aprieta los dientes
con una sensación de hastío.

Está cansado de morder
siempre las mismas estrellas,
habla con la playa, escupe
las huellas de su tiempo
a la inmensidad que le rodea.

Pero las calles se deshacen
en múltiples abismos
y en cada foso,
en cada hueco de su alma
se alimentan sin descanso
los acordes de otra vida.






IV. Cuarto foco: “dentro”




Poema desde un nacimiento de la tarde

Las cinco menos cuarto,
poco falta para que el tercer lucky
sea completamente ceniza,
en la ventana el sol
desenfunda la vida que me espera,
ninguna llamada, sólo un libro firmado
por un tal Luis.

Ciudades desde dentro
y desde fuera, músicos, ejecutivos,
señoritas que trabajan hasta las ocho
de la tarde; hace día de playa,
de cometa infantil, de paseo
suave y manos entrelazadas.

Me incorporo, veo los apuntes
y recorro la casa, sabor de soledad
gratificante y libre,
pienso en amigos de los que no sé
ya nada.

Descorro la cortina,
son como una incógnita nueva,
tres niños juegan en la plaza,
y en el campanario el reloj
marca ya casi las cinco.




Así te pienso

Pienso en ti, en la forma
con que seduces almas
desahuciadas, en tus ojos
oscuros y fugaces
como relámpagos de noche
en una luz deshabitada.

Pienso en ti, en tu ascensión
inadvertida, mapa
de miradas solitarias,
pista frágil, instantánea,
señal que dice lo que calla
mi loca voz introvertida.

Absoluta, renaciendo
de mi ego sin memoria,
fija en un punto central,
aislada, y a la vez
multiforme, cambiante,
clavándote en la entraña
de toda realidad.




A la nieve de los cuerpos

Yo no necesito espejos
ni la leve caricia del futuro,
luz proyectada en las sombras,
amor creciente y sin rumbo,
perdido entre sueños que nunca llegan.

No quiero mirar los ojos vacíos
de quienes todavía me esperan
y fingir un triunfo inexacto,
voy a la nieve de los cuerpos,
a las simples sonrisas
y las dulces expresiones sin filo.




Mi soledad y yo

Mi soledad y yo, dos caminantes
hartos de mirar al cielo
¿cuánto hace que no besas
unos labios redondos?

Tiramos las colillas
del presente moribundo
sobre los ojos de la noche,
nada nos seduce tanto
como recordar con puñales
los versos que nunca escribimos.

¿dónde dejaste
el vital impulso
de tu adolescencia?

Mi soledad y yo,
dos navegantes sin miedo
de perderse en el fondo
de este mar olvidado.




Parecido a ti

Lejos de todo lo que me rodea
a estas horas de la noche
hay algo parecido a un encuentro
entre tú y yo, entre nosotros,
un juego alegre y delicado
que sostiene el llanto oscuro
de esta fiera que me ahoga.

Lejos de todo lo que me rodea
hay unas manos iguales a las tuyas
que entrelazan sus dedos con los míos,
un río de posibilidades y sueños
desembocando en tu mirada ausente.

Humilde paseo de amor
rodeando tu cintura
ante la mirada fresca
de los inmensos árboles,
la belleza de lo oscuro
es inabarcable,
beso tu pelo intacto
de pura noche triste
y aunque sé que todo es mentira
no puedo dejar de creer
en algo parecido a ti.




Sois una ausencia

Quererte ahora es una ausencia
de pájaros que se caen
de un cielo insuficiente,
ya no representas la sombra
que con delicia devoraba
los rincones temblorosos de mi alma,
heridas que el tiempo
va cerrando en la distancia,
amores de un ciclo
con baldosas en el aire,
vosotros sois simplemente
la sangre que pudo crecer un día,
ceniza de miradas abiertas,
una ausencia tan real
que todavía no me explico
como es que no nos conocemos.




Pequeña advertencia

Fumémonos
beso a beso
despacio,
como los enamorados
que no somos.

Prohibido hablar del humo
y de las cenizas
que nunca volverán a arder.




Cuando no estés

Cuando no estés
y pueda decir en el espejo
lo que jamás oíste...
ya no será este paseo, tu cintura,
ni el arbusto que conserva las miradas,
fresco rumor en las alturas,
tardes en calma.

No vivirá la huerta, el verde,
la flor de los naranjos,
ni siquiera cuando nos abrazamos
a aquel niño travieso

No se abrirá la tierra
ni lloverá en Enero,
todo será tan raro:
los labios que rocen tus labios,
los rostros que miren tus ojos,
las manos que peinen tu pelo.

Las palabras muertas
rebotarán en el espejo
como trozos de lo que no te amo,
trozos de lo que no te expreso
ahora que estás.




Una vez más la tristeza

Con mi tristeza he ido borrando
todas las superficies de la risa,
las palabras sin sangre
y los gestos vacíos,
la absurda imitación diaria,
el beso de amor en la cara del odio,
la música monótona
de las voces sin alma.

Las lágrimas ardientes
han rasgado a fondo
hasta encontrar el cadáver
en todo lo viviente,
la certeza fatal
de saber que es mentira
todo cuanto se dice,
la carne trémula y fría
que dejan los besos a medias,
esas despedidas que cortan
el tiempo entre dos túneles.

Las canciones de amor
que tiranizan el amor,
las cajas de colores,
los pendientes de luz
y el rimel con sabor a chicle,
las promesas de un pozo
mientras te tomas la pastilla,
el recuerdo confuso
de la primera vez.

Los héroes de sus hijas
ya están violando a tu chica,
el cocodrilo llora
sangre pura y caliente,
es la tristeza sin remedio.




Partes de una misma cosa

Como si estuviéramos cosidos
por varios pensamientos similares,
como si lejos y cerca
fueran partes de una misma cosa,
extraviados,
acaso encontrarnos sea una señal,
un símbolo que nos aleje otra vez
con multitud de besos en el aire,
dentro y fuera,
partes de una misma cosa
uniendo pedazos interiores.




Y no es un vacío

Yo no sé si la noche
está cambiando de lugar
o si simplemente nos odia.

No es cuando salimos desnudos
a plena luz de luna
con las manos repletas de flores
y los ojos brillantes
en el centro exacto de nuestra vida,
no es eso.

Tampoco es porque nos duela
esta ausencia tan coloreada
de besos que se pierden.

Será que todo lo que nos une
nos separa, y no es un vacío,
forma hueca, espacio en el aire,
sino algo tan hondo y sentido
que me da la impresión
de que ahora te pareces más
a la mujer que siempre
anduve buscando.




Lo más parecido al amor

Siempre me quedé a las puertas del beso
con la tristeza de la despedida
acariciándome los ojos,
noche fría del mes de Noviembre,
todo tan profundo y limpio, soy yo
que siento en exceso lo que sucede,
las marcas sin palabras de la realidad
me dejan asustado mirando el asfalto,
y es una sensibilidad tan pura
que hasta el beso o el abrazo
la pueden quebrar, transparente nube,
frágil hilo de mi existencia.
Siempre me quedé a las puertas del beso
con la angustia de las percepciones
clavando alfileres en mi corazón,
no me dejéis solo con la melancolía,
reclamo al menos la posibilidad
de ese cariño que no sé mostraros,
el deseo del abrazo que nunca daré;
observo, y de un vistazo comprendo la sangre,
no conozco nada más parecido al amor.




Tengo un dolor inmenso

Tengo un dolor inmenso,
redondo como una pelota,
por haberme metido
hasta mancharme de sangre
en otras nubes cotidianas.

Salto, grito, ruedo por los pasillos
de las casas abandonadas,
mecedoras de esparto y un aljibe
ya sin agua, todo negro en el fondo,
como si fuera el alma
de este cielo raso y herido.

Tengo un dolor inmenso
de soñar con los ojos del revés,
soy un pecho desierto
teñido de espanto y arena
por la indefinida luz del crepúsculo.




Navegando

Añoro todo aquello que no he sido,
como un sueño dorado
que muere.

Sólo busco melodías,
nada concreto,
nubes que acariciar sin resultado.

Cómo añoro
lo que me queda todavía,
cuaderno de bitácora,
¿cuántas lunas
esconde el horizonte?




No puedo ser

Incertidumbre
por pensarlo todo anticipadamente
y agitar las cosas hasta destruirlas,
esta idea de salir afuera
ya me tiene sintiendo
lo que no voy a sentir si salgo.

Largo tiempo me esperaron,
pasaban ante mí,
extraños,
en los ojos llevaban un nombre
curiosamente familiar.

Nada fui,
sentía el fuego antes de tocarlo,
imaginaba hogueras
y las dibujaba con palabras,
ardía por dentro
como un crematorio nazi.

No puedo ser realmente,
observo con tristeza
los besos que me corresponden,
soy lúcido y divago
y me gustaría hablar con alguien
en algún punto exacto de mi vida.




Confesión x

Te confieso que he sido
un perro, y a veces araña
tejiendo la red oportuna
para atraparte.

Te confieso que no quería
saber nada de ti,
tan sólo estar contigo,
conversar, fumar, mirarte de cerca
parecía simple.

Pero el futuro afilaba las preguntas
y te las ponía en la lengua
cortando la belleza del instante,
maldito enjambre de excrementos,
imagen de amor, superficie
que corta las alas del poeta.

No sé qué me pasa
pero te quiero. Será la ciudad
y esta tarde que muere
como si fuera un cenicero
de melancolía.








V. Quinto foco: “otros lugares”



Crónica permanente

Este aislamiento progresivo
que me impone la lluvia desde fuera
no tiene nada que ver contigo,
quiero decir, con ella, la que no existe
o todavía no se ha presentado,
por la que escribo, inmortal pretexto, ja.

Obedece a causas que ningún tema
de cualquier carrera universitaria
ha logrado recoger todavía,
a saber, la predisposición variable
del solitario resentido,
la mutación interna de estudiantes
en lobos sin razón
o tal vez una respuesta compulsiva
a la constante represión de los instintos.

A esta comunidad
le crecen los colmillos para dentro
y hasta que la vida no decae
nadie empieza a plantearse su suerte,
por desgracia me incluyo, pero por momentos
puedo rescatar mi sangre de este yugo,
clavar las uñas en la calle,
me aíslo,
nadie me comprende,
estoy tan solo que escribo.




Postal del pasajero número cero

Ruido monótono en el interior,
bola naranja entre picos y nubes,
postes de luz, un avión que aterriza,
estás cansado de abarcar las cosas
como torpes imágenes que pasan.

Visión (escribes), rayo de esperanza,
piensas en acariciar la nube
que te tiene cabreado
desde que llegaste a este lugar
nuevo.

Lloras,
pero lo que sueñas
te duele mucho todavía.




Melancolía

Melancolía, tú me llevas
alimentando veleidades
por este páramo de ausencias,
amor, sosiego descarnado,
vaga tristeza sin sentido.

Tu propia música delata
la intensidad de los efectos
que tras mis sueños ocultas,
araña inadvertida, bruma
del corazón, melancolía.




Orden secreto

El pasado,
recorrido de horas confusas,
imágenes y signos ignorados,
realidades dudosas
que son en mí definitivas.

La ubicación exacta de las cosas
antes de que pasaran por mi vida,
vertidos de la luz sin nombre,
besos de la imaginación,
orden secreto de lo no vivido.




Mirando el mar una noche después del arte

La reminiscencia oscura
del cabello almidonado
frente a la estatua firme
del David castrado.

Dicen que la piedra caliente
se corre de gusto en las noches
que la luna llena aparece,
y en lo profundo del mar se oye
como un rumor de caracola,
un orgasmo que viene
desde el horizonte,
incontrolable, extraña palidez
de un paisaje revuelto.

Extasiado, sobre la arena,
nada se parece a esto,
a esta quietud que siento
al contemplar la espuma.




Hambre de sueños

Idea, sentimiento, acción,
cada cual por su lado, piezas desperdigadas
entre puzzles que no se corresponden,
sed de continuidad, de reflejos exactos.

Trampas de la razón, telarañas de sangre
cuelgan de un techo azul,
como caricias y besos atrasados,
hambre de sueños, de traspasar el espacio
que mantiene las palabras en vilo.




Ni ángel ni demonio

Tanto para ser feliz
acaba siendo insuficiente,
rosa de invierno, espejo
frío como la nieve
en el que se refleja
la nada, aquello que más temen
los reflexivos.

Viento del sur, amor
que hieres los sistemas
del hombre solo y en calma,
bagatela ineludible, arde
a través del hielo rojo
el metal más duro,
aquel estático, inflexible
ante los ojos de lo superior.

Nunca más ángel ni demonio,
la suerte echada como dados
que no se ven caer,
será ceniza,
hasta parece insuficiente
el tablero que había diseñado.

Ya loco
se debate en el último fuego
¿quién puso las reglas? ¿dónde está
el creador de este juego? nada,
aquello que más teme le delata
pero esta vez ya no puede salvarse.




La realidad sin destino

Transcurre el tiempo
tras la fogosa sucesión de imágenes sin destino,
la soledad se colma lentamente,
navego hacia dentro y esta libertad es infinita,
soy un preso ahogado en el aire,
pasajero estático de los días,
un suicida loco jugando con su revolver
un suicida indeciso
un suicida asustado ya por la muerte
un suicida que se debate y nunca aprieta el gatillo
un suicida amnésico esforzándose por recordar
un suicida borracho incapaz de creer en su dedo índice
un suicida preso de sí mismo,
encarcelado en todo lo que puede ser,
esa verdad que pasó mirándome a los ojos,
aquella realidad supuesta,
el continuo fallo de la existencia,
todos los personajes hechos a mi medida sólo para mí
y que yo dejé perder tan solos,
todo lo que no dije,
los sueños no soñados,
las luces que no apagué para dormir,
eso que siempre llevaré conmigo,
una verdad que no comparto atada a mi carne,
algo incomprensible que ni siquiera puedo expresar.




Inviernolvido

Ya no hay luz en las quimeras
circunstanciales del olvido,
la figura de la muerte
surge en el recuerdo dormido
con la urgencia tenebrosa
del viento de Noviembre.

Ya no hay rima en las cenizas,
en el duro hielo del recuerdo,
ni siquiera expresión posible
o imagen que trascienda un poco,
el olvido es un placer
que se regocija solo
dentro de su tumba ignorada.




Naufragio

Reconcentrada busca su guarida
entre una multitud de machos hambrientos,
los dos ojos entornados sabiamente
y una sonrisa distanciada
apenas dejan ver las apariencias,
es ella quien renombra toda sensación
con el dedo trémulo en la llaga,
estirpes sagradas de la luz remota,
aires difíciles de pupilas sin descanso,
dragones ciegos y cansados,
sangre en la voz de las gaviotas,
alas sucias repicando en el agua
junto a naves olvidadas por el cielo,
el mar es una ciénaga horrorosa
amenazando esta visión infinita,
recortes de un miedo erótico,
vienen a llevarse nuestras almas,
avanza el lodo por la comisura de tus labios,
un extraño barro en la yema de mis dedos,
lentamente todo se cubre de pedazos,
arañazos de gatos, perros que ladran boca arriba,
trozos de un iris legendario
contra el bajel que es una herida difusa,
en las velas voces vagamente conocidas
y un sol que también comienza a desaparecer,
todo hecho carne a golpes de temor
con un ansia universal de olvido,
nimias pinceladas curten nuestras pieles,
imposible imaginar que entonces
la sangre será tierra perdida,
isla, orilla, algo desterrado por la fuerza
que nace sólo para perecer.




El túnel


“en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario; el mío,
el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi
vida.”
Ernesto Sábato

Se deshilacha el iris palpitante
en mi memoria azul.

Como el recuerdo de olas encrespadas
en un mar de tierra,
en el abismo arenoso
de este desierto insostenible,
se deshilacha.

Su tela gotea lentamente
en los surcos de asteroides
que quieren ser estrellas
y actúan y besan y gimen,
pero no colman mi sopor
sino que rotan y rotan
incapaces de adivinar
lo oculto en mi recuerdo,
la chispa inicial que sobrevivió
a aquel definitivo incendio
y aguarda en el olvido
la reavivación de su energía.




Poética

Nombrar
hacer crujir la esencia
de cuanto somos
quitar los palos del sombrajo

Gatos
lamiendo los restos
del instante que pasa

Ojos dilatados
tratan de albergar
universos que mueren

Hay que reubicarse
- los días tienen garras de fuego
ser
como luz impermeable
un verso
el diamante




Quién pudiera recrear el escenario


Imágenes de sueños,
pedazos de mi ser,
ocultos deseos que disparan
a una luz obsesiva.

La memoria es un desorden de pistas,
quién pudiera recrear el escenario.

Llevo un tercio de mi vida buceando,
a veces emerjo de los días
con un grito vuelto hacia dentro
y los dos ojos manchados de sangre.

Entonces echo mano del recuerdo
y olvido mis manías,
vuelvo a la dura carga de las horas
que sólo saben de deber.




Se transforman los mapas del viajero

No es el sentimiento lo que perdura
sino más bien algo vago
que embellece todo lo que toca.

Pierde conexión la sustancia de los sueños,
el viento esparce las cenizas
y confunde las hogueras.

Se transforman los mapas del viajero.




Paradojas de la vida

El mar no termina
donde señala el horizonte,
tenemos los ojos cansados,
arrastramos como
un olvido permanente
de todo lo que nos aleja.

Nadie ve todo lo que expresa
y sin embargo lo dicen,
porque los límites de la palabra
son más manejables que
las profundidades de algunos pozos.

No termina de creerse uno
lo que le sucede cada día,
el simple hecho de estar vivo,
como si las maravillas de la tierra
no acabaran aquí.




Digo la luz

Estragos de sol porque canto
y estoy vivo como las aves
que vuelan, que se acurrucan
y sueñan a mi lado, conmigo.

Nido vacío de la especie,
como el hilo de tu nombre frágil
al que basta una voz de niño
para que huya, corra o se quiebre.

Daño claro en el campo desierto,
cinco sílabas salen de tierra
hacia el barco en la mar rabiosa,
el sol reivindica su noche.

Forma atrapada que todo lo rompes,
huyendo hacia la luz, más lejos,
como el nombre que designa mi sangre
en este nido de buitres.




Actualidad

El crujir de la vida
junto a la tenue luz
de una lamparilla apagada,
los duros golpes de cartón,
el veneno ligero
que apenas percibimos ahora.

Allá en la mesa inquieta
crepita la fisonomía
de los años nerviosos,
nada se olvida en la madera
que carcome los ojos
de una juventud inconsciente.

La soledad gotea,
penetra en el piso y nadie la ve,
es este instante que ahora vivo
lentamente, ignorando
el alcance de estas líneas
también perecederas.




Amanecer en el viaje

Reflejo en la distancia,
luces sobre el cuarzo
atravesando el estado normal
de las cosas.

Aviso a todos los viajeros:
imprescindibles
gafas oscuras.

Rayos del primer sol del día,
signos de ausencia,
horizonte.